Empezá a trabajar la escritura terapéutica
- Sofía Fassi
- 17 nov 2020
- 4 Min. de lectura
Salud mental
La escritura terapéutica es una herramienta que nos permite, en principio, identificar nuestro estado en el aquí y el ahora, para luego proceder a volcarlo en el papel sin censuras. Es un método efectivo para sacar a la luz aquellos pensamientos y sentimientos que no han sido explorados aún, o bien se han estado ignorando por no encontrar el modo de ser expresados, tanto a nosotros mismos como al exterior.

Los beneficios de la escritura terapéutica son múltiples. Ayuda a mejorar el ánimo, a reducir el estrés, a resolver el bloqueo mental, nos aproxima una autoimagen o autoestima más elevado… También favorece el seguir profundizando sobre nosotros mismos, la reflexión y el autoconocimiento, la autocrítica en sentido constructivo, entre otros. En sí constituye una utilidad para el bienestar mental y emocional, así como para el desarrollo propio. Por último, desde Jovenergy la consideramos una técnica apropiada para registrar distintas etapas de nuestras vidas con una carga adicional de creatividad.
Por supuesto que un encuentro con el papel y la hoja no reemplazará una reunión con un profesional de la salud mental, pero sí resulta recomendable para quienes buscan indagar sobre otros métodos terapéuticos. Aclarado esto, procederemos a mencionar tanto algunas pautas como ejercicios básicos para alentarte y guiarte en esta práctica.
Recordá que:
Es un espacio privado de reflexión, como un refugio. Nadie tiene por qué leerlo si así lo deseás.
Nada es correcto o incorrecto. Permitite fluir en la escritura. Cuando notes una pausa porque sentís que es “demasiado” lo que estás a punto de redactar, animate a continuar.
Nada es muy “obvio”: sin la intención de caer en la bruma mental, tratá de describir en detalle lo que atraviesa tu mente.
No es necesario que releas todo lo que escribiste inmediatamente al terminar. Podés dejarlo a un lado por unos días. Te aseguramos que al retomarlo te llevarás una sorpresa y tendrás mayor claridad.
Si bien no perder la costumbre de escribir a mano es fructífero, a cada quién le funcionan mejor distintas técnicas. Si te parece más cómodo, podés anotar en el celu u otro dispositivo.

Ahora, ¡a escribir!
Pero ¿por dónde empezar? La idea es que sea una actividad libre y transitada por vos mismo. Aunque si no sabes cómo arrancar, a continuación te proponemos algunos ejercicios.
1. La escritura automática
Es una técnica originada por Dorothea Brande en la época vanguardista del siglo XX. Consiste en escribir a partir de lo primero que se nos cruce por la mente, sin detenernos, hasta completar un tiempo o una cantidad de hojas estipulada previamente. La idea es soltar todo prejuicio y vergüenza para comenzar a expresarnos libremente.
2. El recuerdo
Partí de tus experiencias propias. Buscá en tu mente un recuerdo recurrente de algún momento de tu vida. Puede ser respecto a algo que sientas que quedó pendiente. Visualizalo. ¿Qué sentimientos te generó en ese entonces? ¿Qué te genera hoy? ¿Qué otras personas están en ese recuerdo? ¿Qué es lo que quedó inconcluso? ¿Hay posibilidades de modificarlo o concretarlo actualmente?
3. La carta: lo que nunca dije
Lo principal es que lo que escribas esté dedicado a alguien. No te preocupes, no te pediremos que se la envíes (a menos que quieras hacerlo). Esa persona puede ser un familiar, un amigo, una expareja… ¡Quien quieras! La idea es que puedas poner en palabras aquello que nunca pudiste expresarle.
4. Querido “yo”:
Este es similar al de la carta. La única particularidad, es que va a estar dedicada a vos misma o mismo. Lo entretenido es que podés escribirle a tus diversos “yo” del pasado -al de tu infancia o adolescencia, por ejemplo-, a tu “yo” presente, e incluso a tu “yo” del futuro. Quizás atravieses una pizca de nostalgia o arrepentimiento, perdónate. Tal vez tomes una postura crítica respecto a tu persona actualmente. También podés comentarle tus deseos y aspiraciones a tu versión de los tiempos próximos y leerla frecuentemente para recordar en quién te querés convertir.
5. ¿Y si hubiese pasado…?
Aquí también deberás escoger algún recuerdo. Pero vas a modificar el final. ¿Qué habría pasado si el desenlace hubiese sido distinto? ¿Te animás a escribirlo diferente? ¿Cómo podrías cerrar aquello que “te quedó dando vueltas”? ¿Qué actitudes positivas y negativas reconociste? El objetivo no es lamentarse por algo que no sucedió -o por el contrario, asustarse por lo que pudo haber pasado-. El propósito es que tomes distancia de ese hecho y descubras que en todo lo que nos sucede siempre hay múltiples posibilidades. Además, te ayuda a ampliar tu creatividad narrativa. Permitite jugar. Al darte cuenta de que todos podríamos ser personajes de una historia, ese hecho que tanto te preocupaba probablemente ya no será tan abrumante.
6. El diario
La propuesta es que todos los días escribas un poco y lleves un registro tanto de lo que vivís diariamente como de lo que sentís y de tus ideas que querés desarrollar a futuro. Te podés plantear redactar sobre algo distinto al día anterior.
Adquirir el hábito de la escritura es un proceso complejo. Si sos más flexible, dedicale un tiempito en cualquier momento del día. Si preferís los métodos más estructurados, te sugerimos programarte alarmas específicas para ir creando una rutina.
Esperamos que hayas disfrutado este artículo y pronto te des la oportunidad de explotar tu potencial de escritura. Te aseguramos que abrirás un canal de expresión más para poner en orden tus ideas, profundizar y despejarte.
Las imágenes fueron extraídas de la galería de WIX
Comments